miércoles

La rebeldía normalizada, lo anormal como nueva utopía y el Scioli que todos llevamos adentro. III



Si usted, sin embargo, quisiera husmear en esa posibilidad podríamos (sin el extremo de pensar que somos títeres manejados por otros) plantear que hay lógicas del sistema que vamos tomando y haciéndolas propias sin darnos cuenta. Muchas veces simplemente por no verlas, otras porque quedamos tomados por ellas para poder sobrevivir en organizaciones en las cuales si no lo hacemos lo cotidiano se nos convierte en un litigio constante. A veces son decisiones conscientes y a veces (incluso por características o carencias personales) terminamos creyendo que la empresa en la que trabajamos es como nuestra familia y hablamos como si fuéramos socios; en el caso de una escuela el portero puede creerse dueño de la puerta o un docente se preocupa por cuidarse sus espaldas en vez de hacer su trabajo. 




No quisiera escarbar en esos asuntos en donde lo que se es consciente o no es un hilo muy delgado y el dedo acusador se nos suele levantar fácilmente. De ultima: cada cual que se haga cargo de lo que quiere asumir o no.

Si usted está sospechando que los planteos de autocritica tienen que ver con un cincuentón con una especie de crisis existencial llena de balances.....Punto para usted. Me gana dos a cero. Pongamos esto también en esta bolsa de ideas y sigamos por favor.

Lo que sí me parece interesante es husmear por aquellos lugares en donde la mayoría suponemos que poco tenemos que ver con ser funcional a un sistema; sin embargo todo parece indicar que  vamos asumiendo un sayo que nos va quedando cómodo tanto al sistema como a nosotros mismos. La vida cotidiana está plagado de hábitos nuevos y no tan nuevos ligados casi siempre al consumo que fuimos adquiriendo en esto que se dio en llamar: Capitalismo. Creador continuo de nuevas necesidades para convertir todo(o casi) en productos vendibles.


Las comunicaciones y la tecnología es un tema casi obvio y señalar que alguna vez nos vasto solo con tener teléfono de línea es ahora un argumento cierto pero arcaico. Sin embargo el modo en que se usan los dispositivos que acceden a las redes y sus distintos formatos va seduciendo el narcisismo del militante social más comprometido que pone por delante los beneficios y subestima los perjuicios que esto acarrea. El ingreso impulsivo de datos personales  para conseguir promociones en la compra de productos nos coloca en esa relación de ida y vuelta entre lo que el mercado quiere de nosotros y lo que voluntariamente le ofrecemos para moldear nuevas formas de consumo.

Es decir que ya sea por acción u omisión vamos alimentando el sistema de información que nos moldeará como usuarios y clientes. Ya se ha escrito bastante sobre la dependencia a estos dispositivos que tenemos en estos días y su consecuente cambio de hábitos y reinterpretaciones constantes en el plano de la comunicación por mensaje escrito.




Me vuelvo a preguntar sin atinar aún una respuesta clara: ¿somos productores o reproductores de los contenidos que circulan?

Las fake news, los memes, la palabra acotada y la supremacía de la imagen nos va colocando en un plano determinado de formas de consumir la información. Incluso a los que creemos en que todo es político en el plano comunicacional subestimamos su importancia como si fueramos apolíticos “no deber ser para tanto" nos decimos a nosotros mismos.

Los que dudamos y titubeamos somos nosotros; la sociedad de consumo convierte desde una remera del Che Guevara en una oferta hasta un programa que hable del Poliamor en un producto. Todo parece transformarse para consumir. ¿Es posible escapara a esto?

¿Nuestros posturas políticas, nuestros estados de ánimo también podrán serlo?

Ya hay quienes hablan del consumo irónico que sería algo así como personas que consumen contenidos que nos les gusta en distintos formatos (tv y redes sociales) solo para ver cómo funcionan y tener argumentos para criticarlos; incluso hay grupos que se juntan para ver programas de tv que detestan solo para reírse en grupo. Se burlan, repudian consumiéndolos y lo que uno creería que es sumamente saludable termina dando legitimidad con su encendido o con su visita. Terminan ayudando al rating y viralizando contenidos reenviándolos a  otros que muchas veces los dan por válidos.

La funcionalidad de estas acciones no requieren de mucho análisis pero nos coloca en otro lugar menos independiente del que muchos creemos que tenemos dentro de la sociedad. La palabra libertad se va acotando quizás porque la definición de libertad relacionada con democracia también se devalúa en pos de una sociedad con altos grados de control y consentimiento. No hace falta ser un tonto o un oficialista para ser colaborador.




El gobierno de la ciudad de Bs As viene impulsando un proyecto desde varios años para construir un lugar exclusivo para protestar. Un lugar exclusivo para la rebeldía del que no está de acuerdo, del que necesita expresar a su modo su repudio o su reclamo. Rebeldía con permiso. Entrar en la norma, ¿cómo podría llamarse?. Si nos remontamos a los principios del gobierno de Macri y su brutal represión a los maestros; una de las razones que daban era que no estaban autorizados a protestar con lo que aquello que sonaba ridículo hoy sigue tomando forma.

En la sociedad que se va construyendo parece que cada uno tendrá reservado su lugar. Los que se resisten también porque la idea de esta democracia es que cada uno pueda seguir un protocolo incluso los marginados y victimas del mismo. Hay algo del transitar cada uno por su carril sin molestar al otro que se percibe como civilizatorio, el rol que de hecho parece cumplir el metrobus al ordenar de alguna manera la protesta lo asemeja a un protestómetro (sus medianera funciona como gradas), Las fuerzas de seguridad cada vez prevén con más tiempo cuales serán las calles en las cuales esperar a las multitudes que aparecerán frente a un conflicto determinado. ¡Una tranquera que se abre para separar el ganado!

No es mucho decir…. por supuesto. ¿Construirán un molinete donde colocar la SUBE y poder pasar a protestar?
Exageraciones por supuesto.

 Porque están haciendo lo que hay que hacer. Porque por suerte cada uno cuenta con una aplicación para poder participar en este país. Porque... ¿la democracia es eso? ¿no? Participación que te permite vivir normatizado, en regla…incluso para los que no les gustan estas reglas…¡Los que no les gustan nuestras reglas por este carril por favor!!!...., ¡Gracias! ¡Bienvenidos!!!....


Porque no es el gobierno, no es Macri: es el sistema. Ese que nos prepara todo el tiempo un lugar con una credencial en la mano y nos invita a lo que parece inevitable. Sus decorados son cada vez más fuertes y difíciles de romper. Ya en Truman Show hubo ese problema y quedó todo al descubierto(tratarán que no se repita). Han aprendido, se han sofisticado tanto como el film interactivo de Black Mirrow (Bandersnatch) tan distópico que uno no sabe si es premonitorio o solo juega con nosotros a que creamos que somos los guionistas de la historia manejando la vida del protagonista como se nos antoje. Como un títere que obedece nuestras indicaciones. Quizás terminemos tan sorprendidos como el personaje que se da cuenta que alguien lo está manejando; y podamos ver que hay otros guionistas que nos hacen creer que somos nosotros los dueños plenos de nuestros actos. Tan cruel descubrimiento sería que buscaríamos desesperados el botón de reinicio con la ilusión de manejar el tiempo. Como en aquella vieja novela de Unamuno en donde Augusto descubre que es solo un personaje manejado de por un autor. (Niebla 1914).




¿En que estarán intentando convertirnos  y nos damos cuenta todavía?

Por momentos parecemos candidatos a convertirnos en…


…los administradores de las sobras del sistema, a ser  más funcionales que  funcionarios del Estado, a estar acostumbrados, a ser espectadores, a la chatura, a la decepción que tenemos del otro que siempre roza la soberbia, a estar solos, a la queja, a pensar obsesivamente en la derrota, a la resignación, a aspirar solo a que te alcance el sueldo, a saberte con razón cuando miras por la ventana y saber que eso sirve de poco, a conformarnos solo con encontrar películas progres en Netflix y a saber que no somos los responsables de lo que sucede. Al rencor y al resentimiento. A dejar de preguntarnos, a ser correctos, obediente o rebeldes con permiso. A comprar remeras de Che en el Shopping con la tarjeta de débito. A ser militantes populares pagando viajes a Disney en cuotas, a ser compradores de electrodomésticos, a ser viejos y bohemios gracias a que pudimos sumar el sueldo de nuestras parejas para mandarnos alguna transgresión, a ser oyentes indignados de Victor Hugo.




¿En qué te han convertido Daniel? …¿en un panelista de 678?.

Y enseguida se nos viene al recuerdo el ex candidato con menos pasión de la historia que se quedó solo con su corrección insulsa buscando explicar lo que parecía inexplicable. 

El sistema no es un monstruo que te señala con el dedo y te convierte en algo; pero normatiza a pesar nuestro.

¿En que nos estarán convirtiendo entonces??? Y mientras lo pensamos  nos damos cuenta de que la cara que uso Scioli en esa ocasión es parecida a  la que ponemos los que apoyamos críticamente al otro gobierno y queremos que al menos nos escuchen un poco en alguna reunión: “Yo no soy kirchnerista pero”…y el viejo Judas queda como un primo confiable.



¿Nos estarán convirtiendo de pequeños Sciolis ?



Con una rebeldía normatizada inocua e inofensiva que nos alcanza para levantar un poco la vos, conversar con amigos sobre la última marcha o estar replegado en los ámbitos familiares.

¿Cómo es ser rebelde en estos días?

Cómo salir de ese molde que nos arman. Quizás como en otros planos de esta vida posmoderna ya no se trata de ser sino de “estar”. Estar atentos en movimiento constante para quedar tomados lo menos posible.

Un referente social de mi barrio cuando yo era un pibe me decía que el sistema era como estar en un lavarropas. (obviamente imaginemos un lavarropas viejo). “Hacemos el mismo movimiento que la ropa, la mayor parte del tiempo estamos hundidos, sacudidos y dando vueltas. Pero en algún momento emergemos a la superficie y podemos  ver algo”.

Quizás se trate también de algo más colectivo la posibilidad de "ver algo". De estar en movimiento constante tratando de desmarcarnos como en el fútbol, no solo para que pueda llegarnos la pelota sino porque necesitamos estar con otros en el mismo juego.


R.H.


Textos de consulta:
-  Los anormales - Curso College de Francia. (1974. Michel Foucault). Apuntes de Lic Mario Dari Espinosa. San Miguel de Tucuman 2012

- Peligros y placeres del consumo irónico . Eugenia Milchelstein . Revista Anfibia