Si usted está aquí doy por sentado que ha decidido seguir con este texto y quizás se encuentre entre aquellos que “lo normal” no le
termina de dar en su talla.
Días pasados conversaba con
una compañero sobre las preocupaciones que todavía me acompañan en relación a
la posibilidad que uno termine siendo algo o mucho de lo que criticó toda la
vida. Sin dar nombres, ni lugares ni circunstancias recuerdo que en mis comienzos laborales (sobre
todo) observaba a más de uno y me decía: ¡ojalá
que no termine así!!
Si usted posible lector me
conoce y sabe de las macanas que me he mandado durante los últimos tiempos
podrá decir con mucho atino que ¡ya es
demasiado tarde!. Punto para usted.
No es que le esquive al tema
sino que me interesa pararme en otro lugar donde quizás también este contenido
este aspecto. Así que querido lector (conocido) puede armar su lista de yerros
tranquilo que quizás me ayude a mirar mis propias miserias.
No es desde un punto de
vista moral que me interese analizar estos temas. No solo porque quedaré
irremediablemente mal parado sino porque creo que las cosas son un poco más
complejas. Creo que el propio sistema en el que vivimos posee sus propias dinámicas
que van moldeando a los individuos como un trabajo silencioso del cual es muy
difícil escapar si se quiere el término. No son pocos los que piensan que ver al
sistema como un gigante malo que hace y deshace a gusto a vida de todos es de
un reduccionismo precario y que además este planteo encierra una subestimación
hacia los individuos que serían solo una especie de títeres manejados por
otros.
Por mi parte me inclino a
pensar en un sistema como un gran entramado de vinculaciones y significados que
le van dando sentido a la realidad y al lugar que uno ocupa en el mismo. Dentro
de contextos de dominación social con lógicas determinadas, intereses determinados y sus estrategias al
respecto. Simplón y corto lo mío pero a lo mejor me sirve.
Lo que estoy tratando de
decir es que todos cumplimos un rol
dentro del sistema. Tanto el operario de fabrica como el que se desempeña como
docente. En este sentido técnicamente somos “funcionales” al sistema en que
vivimos para que este pueda funcionar.. (acá si se empezó a sentir incomodo
señor lector aguante un ratito más antes de dejar el texto). Está claro que
hacer que el sistema funcione no significa apoyar sus aspectos injustos y ser
funcionales a ese aspecto. Está claro. ……¿Esta claro?...porque si nosotros mismo
somos parte del sistema y el sistema son las personas que lo conforman ya
que no es una entelequia. Me parece. ¿Cómo podemos tener en claro que cosas y
de qué forma no somos reproductores de ese sistema si somos parte del mismo?
Si usted apreciado lector es
de los que piensan que ya bastante hace resistiéndose a las injusticias del
sistema, a las políticas actuales en su lugar de trabajo y en la vida misma,
con su militancia y su rebeldía como para que alguien que seguramente no tiene
autoridad ni los pergaminos suficientes le venga a sugerirle que quizás este
ayudando a reproducirlo………Tiene razón. Sepa disculpar mi atrevimiento. Dejemos
las cosas ahí, dejé el texto si prefiere y mantengamos la relación en buenos
términos.
¡Ta jodida la cosa como para que terminemos enojados entre nosotros!
¡Hasta otro momento gracias por su visita!
Si en cambio a pesar de todo decide seguir con el texto por favor haga un click en el botón correspondiente.
Aclaración: Si a esta altura ya está pensando que esto es todo una boludez puede planteármelo en el siguiente e-mail con toda sinceridad. Me servirá por un lado para tener una percepción más real de lo que escribo; y por otro lado servirá para mi base de datos la cual podré vender a cualquier empresa ya que pagan bastante bien por los mismos.
rihernandezju@yahoo.com.ar


