martes

La escuela y su laberinto de palabras.

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La escuela se nos presenta como un universo con una organización y una lógica compleja, comenzando por cómo es nombrada. Un ejemplo es la designación de los espacios, los roles y la documentación: S.U.M., E.O.E., P.R, P.O.F, M.A.D, entre otros.

No menores son los problemas de integración que a los docentes nos trae esta cuestión, ya que en cuanta reunión nos invitan y empezaremos a nombrar estas siglas "como si todos tuvieran la obligación de saber de qué estamos hablando"; es entonces cuando nos vamos quedando sin interlocutores que no sean, obviamente, docentes. Y ni hablar de nuestras miradas descalificadoras, siempre sin darnos cuenta, descalificando a alguno que no sabe qué es un P.R..

Por otro lado las escuelas en su mayoría están compuestas por distintas niveles en un mismo edificio: E.R. (Escuela Primaria), E.S.B(Escuela Secundaria), Secundaria para Adultos y C.O.A.(un plan especial para adultos). A esto en algunas escuelas habría que sumarle un Jardín de Infantes. Por supuesto a a cada uno le corresponde un número determinado; con lo cual cada escuela tiene como mínimo 3 números distintos.

Los chicos que van transitando por las mismas ya no tienen en claro qué número tiene su escuela, si es la de su primaria o de su nueva secuandaria. Tampoco nadie sabe darle una razón valedera que explique "por qué si el año pasado estaba caminando por por el pasillo de la escuela 37, y ahora hace lo mismo, esta vez lo estará haciendo por el pasillo de la escuela 16. Por otro lado en cualquier entrevista miraremos con asombro (y a veces con indignación) cuando una madre no tiene en claro no solo el número de la escuela de su hijo/a sino también entrará en controversia cuando intente recordar si su hijo/a está en en 7° o en 1°; ya que conviven desde hace tiempo tres sistemas, Polimodal, ESB y Media ¿Que barbaro esta gente que no presta atención a lo más simple? (¿¿¿¿!!!!).

Cuando vemos las paredes de las ecuelas pintadas, los bancos rotos por los propios chicos y luego leemos artículos sobre la relación que los ciudadanos tienen con los espacios públicos concluiremos asegurando que por procesos complejos de nuetra soceidad las personas no sienten las instituciones públicas "suyas". No sentirlas propias explicaría de alguna manera, por qué no las cuidan. Sin pisar el terreno de los contenidos y los proyectos curriculares, se me ocurre que se podría comenzar por temas tan simples como los nombres de las mismas "quién puede comenzar un proceso de apropiación del espacio público si no tiene claro cómo nombrarlo".


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