El siguiente comentario es a raíz de una actividad realizada en la escuela en donde lo que se propuso fue un proyecto de trabajo con las efemérides. La idea era plantear el tema del 25 de Mayo como un juego en el cual un grupo de chicos "noteros" salieron a realizar una encuesta sobre el tema en nombre de un noticiero ficticio.
Mostrar a la escuela y otros fantasmas

Un escritorio, un cartel escrito a mano que invita a creer que se trata de un noticiero o algo parecido. Una cámara filmadora y dos niños invitados a jugar. Los adultos piden relajación “es solo un juego”, los niños leen el guión; 1, 2, 3 y se enciende la cámara. Todos nos conocemos, está aclarado que es solo un ensayo pero de todas maneras igual nos ponemos nerviosos como si fuera para la BBC.
La docente hace una presentación”formal” y se equivoca…”Corten vamos de nuevo” …y aparecen las primeras risas que relajan y aclaran que “era en serio que la cosa NO era en serio”.
Pasan los segundos y con ellos las equivocaciones y las risas. Los chicos comienzan a creer que pueden ser periodistas por unos minutos. Memorizan el guión, uno de ellos se acomoda la corbata y ya parecen del noticiero del mediodía. Se informa sobre la encuesta, se apaga la cámara, todos aplauden y los chicos se sienten como para el Martín Fierro.
Se vuelve a encender la cámara y la docente improvisa unas palabras compenetrada en su papel y luego ríe feliz como una niña a la espera de otra escena.
Ahora comienza otra parte del juego: otros dos niños recorren los pasillos y las aulas de la escuela con los adultos detrás. Llevan la cámara filmadora, dos micrófonos conectados a la nada, traje y corbata que hacen de disfraces improvisados para jugar en serio.
Una maestra habré la puerta del aula de primer grado y “el equipo de exteriores” irrumpe en la rutina de los más chiquitos. Hay algo que impacta, que rompe con lo establecido y no deja en claro que es lo que está sucediendo. Las preguntas que descolocan, quedan en un segundo plano, ante la transgresión de la lógica escolar que prometía una rigidez monótona desde el comienzo de clase. Cuatro ridículos disfrazados y con micrófonos desenchufados invitando al absurdo era una tentación muy grande para que alguien se lo tome en serio. Entonces alguien responderá que un cabildo es un lugar con mucho barro”…y las carcajadas inundarán el espacio del aula como una caricia enorme.
Le seguirán segundo grado, el patio en el recreo y los chicos de sexto. Las respuestas serán graciosas, acertadas, equivocadas, disparatadas y nerviosas. Los chicos entran y salen del juego con mucha naturalidad, ya que la dinámica del juego es territorio conocido para moverse con placer.
El mundo adulto, sin embargo, mira distante y desconfiado. El punto de partida es un plantel con buenas personas y en su mayoría con vínculos sanos. No es este un “dato menor” para contener las distintas sensaciones que provoca lo que están viendo. En el aire flotan las interpretaciones que hacen tenso el aire, tanto que por momentos se teme que alguna palabra un poco filosa lo corte, liberando un vendaval de fantasmas listos para la ocasión.
…”Si los chicos no contestan, esto quiere decir que no saben”…”Si no saben es responsabilidad de la maestra que ha enseñado mal, o sea que no sabe enseñar”…”Si no sabe enseñar es responsabilidad de los que conducen la escuela, o sea el equipo directivo…y…¿Qué hicieron estas para que los chicos y las maestras aprendan?...¡ esto quiere decir que no han sabido dirigir/enseñar/orientar/supervisar a las maestras? …o sea que tampoco saben…y ya son varios…no saben los chicos, las maestras y la directora….”
…Y si las inspectoras o los padres ven que los chicos no saben…¿Cuál es la imagen que está dando la escuela?...¿A quién se le mostrará este material?
…Si esto nos perjudica…¿Porqué estarán interesados en mostrar este material?...¿Nos quieren perjudicar?...¿Quieren exponer lo mal que trabajan los docentes?...¿Con qué necesidad?.
…”Hay partes de la filmación que pueden mostrarse”…”Hay que recortar”.
¡Habría que haber preparado a los chicos para que salgan mejor y puedan contestar! (o sea demostrar que saben).
Algunas preguntas surgidas de estos fantasmas aparecidos sin decir una “palabra”:
Si los chicos se hubieran “preparado”… ¿hubieran con eso demostrado que saben?
Si aceptamos la idea de que no se sabe enseñar o educar…¿Es mejor no mostrarlo?...Si algo anda mal…¿Es mejor que no se note?.
…Si un juego tuviera la capacidad de mostrar “como somos” entonces mejor no jugarlo?
¿Cómo se lleva “la escuela” con esto de mostrarse como es?
¿Cuál es el lugar que el juego tiene en ella?
Lo que me queda como conclusión, un poco precaria, es que el juego en la escuela conflictúa más al adulto que a los chico; ya que este se mueve con comodidad porque forma parte de su ser. En cambio para el adulto es una amenaza que lo expone frente al otro en un supuesto lugar de debilidad. Cuando jugamos nos salimos de ese molde construido para cada uno y dejamos de mostrarnos como “deberíamos”, o sea en falta, con algunas fallas, con errores, desnudo ante el otro que nos ve realmente como somos y no solo como nos mostramos.
Los adultos vamos perdiendo la capacidad para jugar por que es un signo de inmadurez(entre otras cosas) pero me parece que por alguna razón la escuela como ámbito “potencia” estas limitaciones. Por no hablar de otras miserias que parecen florecer sin que nadie las riegue.
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